jueves, 9 de septiembre de 2010

Más muertos que muertos, desaparecidos



Los amigos del barrio pueden desaparecer, pero los dinosaurios van a desaparecer - Charly García


Una incógnita


¿Las personas pueden desaparecer?

Nos invito a repensar (un ratito, no te aflijas) algunas cuestiones de nuestro lenguaje y sus consecuencias sociales en Argentina.
Primero, una hipótesis (que probablemente se me irá de las manos): la construcción de la palabra “desaparecidos”, tal y como la acuñó Videla, es la representación más fiel y efectiva del funcionamiento de su aparato represivo. El significado (o un significado posible) de la palabra “desaparecidos”, desaparece y hace desaparecer. Por otro lado, la definición propuesta por el dictador cierra por completo la posibilidad de reflexión acerca de ella. La palabra “desaparecidos”, entonces, se esconde tras un disfraz. Veamos si podemos profundizar o pelearnos un poquito sobre estas ideas.


Los desaparecidos son los desaparecidos

Una palabra como la utilizada por Rafael Videla por primera vez para designar a las personas que fueron secuestradas, torturadas y asesinadas por su gobierno de facto (además del ocultamiento de sus cuerpos y de pruebas que los incriminen), ha provocado cierto revuelo. Desaparecidos: ¿cuál es la definición exacta que Videla le adjudicó?

“Los desaparecidos son eso, desaparecidos; no están ni vivos ni muertos; están desaparecidos”.

Definición poco clara si consideramos, además, que necesitó usar tres veces la palabra por la que se le preguntó para definirla. Otra operación que causa dolores de cabeza: la tautología o repetición para designar conceptos oscuros; es decir: los desaparecidos son los desaparecidos. Si algo “es lo que es”, ¿cómo salir del laberinto?
El significado profundo o subyacente queda por fuera de este cerco especular de palabras geminadas: (los) desaparecidos (son los) desaparecidos. De los crímenes y la perversión a nivel estatal, ni noticia.

Paradójicamente, porque ocurrió del mismo modo abominable con las personas secuestradas, nada puede entrar o salir en la definición de Videla de la palabra “desaparecidos”. Su definición es, también, un campo de concentración semántico, aún más efectivo que el que puso en funcionamiento en los ´70, ya que una palabra usada de ese modo implica la reconstrucción constante de campos de concentración individuales imposibles de derrumbar, pues habitan en cada una de nuestras cabezas. ¿Cómo extirpar esta definición cerrada en sí misma y su aparente inocencia? ¿cómo cambiar lo que no es concreto sino mental?


Operación nefasta: estar desaparecido - ser desaparecido

Chusmeemos a la Real Academia Española, siempre pronta a definir:

desaparecido, da.
1. adj. Dicho de una persona: Que se halla en paradero desconocido, sin que se sepa si vive. U. t. c. s.
2. adj. eufem. muerto (‖ sin vida) Apl. a pers., u. t. c. s.

Dos adjetivos se presentan: el desaparecido está perdido o muerto. Un paréntesis sobre el que no me voy a extender: el segundo uso (desaparecido como modo políticamente correcto de designar a los muertos) no incluye con precisión nuestro caso concreto, ya que nuestros “desaparecidos” no murieron así como así, sino que fueron asesinados y escondidos, sepultados bajo tierra o bajo agua y desterrados de la memoria colectiva hasta nuevo aviso.
Al final de cada acepción, una aclaración: u. t. c. s. (usado también como sustantivo). Esto no es menor. La operación que ha transformado a la palabra desaparecido, aunque cueste alejarse y verla, ha producido desplazamientos y repercusiones sobre nuestra reflexión de estos acontecimientos sociales. Linealmente, y a nivel sintáctico, la transformación podría resumirse así:

1. El hombre desaparecido (desaparecido = adjetivo)
2. El desaparecido (desaparecido = sustantivo)


Al comenzar a utilizar la palabra “desaparecido” como sustantivo, el sujeto (la persona, el, ella) que solía llenar ese espacio, desaparece silenciosamente. Su huella sólo es rastreable al recuperar los usos pasados de esa palabra antes de esta operación. La palabra “desaparecido” solía designar la cualidad o característica de una persona. Como sustantivo, la palabra “desaparecido” ES la persona.
Es en esta dirección que decimos: la palabra “desaparecidos” simplifica una complejidad social: todas aquellas personas que fueron secuestradas, torturadas y asesinadas por el andamiaje militar. Pero esta palabra también opera y actúa en el nivel semántico-ideológico, no sólo para rotular a los desaparecidos, sino para hacerlos desaparecer y así borrarlos de nuestra memoria. La definición de la palabra “desaparecidos” impuesta por Videla (con igual inteligencia y perversión) es uno de los tantos fantasmas que siguen merodeando nuestras casas. Es nuestro deber enfrentarlos.


Las palabras dicen, las palabras hacen

De esto me sirvo para afirmar también: las palabras producen tantos cambios en la sociedad como las acciones. ¿De qué otra manera explicar la intención desesperada y patética de convencer a los presos y secuestrados por parte de los torturadores en los campos? “Vos acá no sos nadie”, “no tenés nombre”, “no estás ni vivo ni muerto”, “no existís”. Como señalan acertadamente Fabiana Rousseaux y Lía Santa Cruz :

“Las víctimas de la represión ilegal quedaban ubicadas, así, en un escenario impreciso entre la vida y la muerte”

Ser “desaparecido” es no estar vivo ni muerto. Ser “desaparecido”, para Videla y sus seguidores, es no existir. Es, en palabras del filoso filósofo francés Jean Baudrillard, estar “más muertos que muertos”. Sin embargo, como sociedad, hemos elegido esa palabra tan particular para designar a esa enorme porción de la sociedad de los ´70, dejando así un vacío difícil de reconstruir. Los motivos que nos llevaron a elegir la palabra “desaparecidos” no son gratuitos; sus consecuencias, tampoco. Es nuestro deber como sujetos pensantes (¿independientes, semi-independientes?) preguntar, cuestionar, revolver la historia, ir al pasado para reflexionar sobre el presente, para construir un futuro.
Concluyo, entonces, que “desaparecidos” puede pensarse como palabra y como acto. Como palabra, simplifica lo complejas y heterogéneas que fueron las personas secuestradas y sus torturas desgarradoras. Como acto, la palabra opera en nuestras conciencias no sólo para designar a los “desaparecidos”, sino también para, de modo efectivo, hacerlos desaparecer.



Y vos ¿qué opinás?


1 comentario:

  1. Desaparecido, desaparecido es una representacion social. Desaparecido es el envase frio, escalofriante, en el cual cada uno pone lo que puede. Una cara, una historia, un miedo, un conjunto de hechos.
    Desaparecido es todo aquello a lo que le tenemos que tener miedo. Desaparecido es peor que cualquier cosa que conozcamos. Desaparecido es el mayor estado de desamparamiento en el que nos podemos encontrar.

    Creo que la malicia audaz de Videla radica en que al no haber definido, incluso tantos años despues, seguimos sin poder darle un nombre que nos de poder sobre la cosa.
    Borges lloraria junto al jaguar que con sus manchas daba el nombre de dios. Desaparecido, como nos aseguramos de evitarlo si aun no podemos siquiera definirlo colectivamente con mas que letras y silencio?

    Con mucha bronca, concluyo que en lo personal, "desaparecido" es poner las cabezas de todos en estacas a la entrada de la ciudad. No es "no existir", es existir como ejemplo de la maldad de la que es capaz el ser humano.

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